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Blockchain se ha convertido en un término altamente popular y su adopción y usos han aumentado significativamente en los últimos años. Desde su primera concepción en la década de 1990 y primera implementación exitosa en 2008 con Bitcoin, el potencial que presenta esta tecnología para innovar y disrumpir modelos tradicionales ha permanecido casi desconocido hasta la última década.
Hoy, son pocos los sectores y empresas que no se hallan en la búsqueda del próximo gran salto tecnológico en una constante investigación de lo que la blockchain puede ofrecer para sus negocios.
Pero… ¿realmente comprendemos bien en qué consiste y para qué sirve? En este post descubrirás, en palabras simples, las ideas erróneas y aspectos mal comprendidos acerca de la blockchain.
Imagen: Freepik
No es una tecnología
Las palabras ‘tecnología’ y ‘blockchain’ suelen encadenarse con frecuencia. Es una manera simple y generalista de hacer referencia al concepto, haciéndolo comprensible a la gran mayoría. Sin embargo, aunque todos lo hacemos, es más preciso definir la blockchain como un protocolo.
¿Qué viene a tu mente cuando escuchas esta palabra? Posiblemente, algo así como colocar el cuchillo a la derecha del plato y el tenedor a la izquierda o levantarse de la mesa para saludar a los comensales recién llegados. Un protocolo es ‘un conjunto de reglas o manera de hacer las cosas’. Del mismo modo, un protocolo blockchain es una manera de hacer las cosas, más concretamente, de comunicar y gestionar información.
Otro protocolo que todos conocemos es el mismo internet. Cuando decimos ‘internet’, nos referimos a una serie de reglas que definen cómo la información viaja a través de una red de dispositivos interconectados. Sin internet, la gran mayoría de aplicaciones y usos digitales quedan obsoletos, ¿verdad? Si nos quedamos sin internet es como quedarnos sin carreteras, la infraestructura de base se pierde y todas las tecnologías construidas sobre estas quedan inhabilitadas. Ni las redes sociales funcionan ni los vehículos tienen por donde circular.
Entonces, si el internet es un protocolo y la blockchain también, ¿por qué necesitamos la segunda?
Un estado único
En términos generales, el internet es una red sin estado. Esto significa que la información que se comunica entre todos y cada uno de los dispositivos conectados a esta red no es compartida. Por el contrario, si pensamos en una aplicación como Facebook, todos los usuarios tienen acceso a la misma información: mismos perfiles, mismas publicaciones, mismas funcionalidades, etc. Existe un estado único dentro de la red social. El internet como lo conocemos no está construido siguiendo este mismo principio. Si quieres acceder a tu cuenta de Facebook, la información de acceso de YouTube no te sirve. Si quieres entrar en tu cuenta bancaria online, tampoco te sirven las otras dos. Así, las personas acabamos con innumerables direcciones de correo, nombres de usuario y contraseñas.
La razón de esto es muy simple: en el internet como lo conocemos, no existe una fuente de información única y común. Cada aplicación que hace uso del internet para funcionar existe como una habitación aislada y cerrada con llave. Cuando un usuario quiere acceder, debe solicitar esta llave antes de ser concedido acceso. ¿Qué nos dice esto del internet? Que consiste en una red de sistemas aislados que deben autoprotegerse porque no pueden confiar los unos en los otros. Dado que Amazon no puede tomar mi información de la misma fuente que el Banco Santander, ambos deben aislarse y requerirme información de manera independiente. Esto, como estarás viendo, no solo es altamente ineficiente, sino que empeora la experiencia de usuario en gran medida.
El protocolo blockchain resuelve, entre muchos otros, este significativo inconveniente. Al igual que el internet, permite un intercambio fluido de información entre todos los dispositivos conectados a este. Sin embargo, todos ellos tienen acceso a un registro de información universal y compartido. Un registro que no puede ser alterado, manipulado y que no deja lugar a duda de la veracidad de la información. Para que puedas ver esto de la manera más clara, Facebook, Amazon o el Banco Santander podrían todos ellos acceder exactamente a la misma información, sin necesidad de aislarse ni autoprotegerse del exterior. Toda la información existente en esta red te pertenece única y exclusivamente a ti y es válida para cualquier acceso que se te requiera.
Integridad de la información
Si sobre algo existe polémica es en la verdadera utilidad u objetivos en el uso de la blockchain. Nuestra visión en Archivist es clara: garantizar la integridad de la información en un sistema distribuido cuya confianza entre participantes no es necesaria. Aunque esta definición tiene numerosas implicaciones y puede derivar en una amplia variedad de matices, esta es la esencia más fundamental de la blockchain.
En los medios y redes, es muy frecuente oír definiciones ‘tipo’ sobre la blockchain, incluso asociaciones necesarias con las criptomonedas u otras tecnologías construidas sobre esta, dando lugar a serios malentendidos en su alcance y propósito. Analicemos la definición previamente expuesta:
“Garantizar la integridad de la información…”. La integridad es uno de los aspectos más relevantes de cualquier sistema digital. Podría argumentarse que también lo es de las personas. Un sistema o persona íntegra es aquella que mantiene una coherencia y firmeza en su comportamiento, ideas y acciones. Nadie confía en una persona que no es íntegra y, del mismo modo, nadie confía en un sistema digital que tampoco lo es. Esto implicaría, por ejemplo, que cuando abres tu cuenta del banco, hubiese desaparecido un cero. O que, cuando envías una transferencia, se restase de tu cuenta el doble del valor introducido.
La integridad es crítica para que los sistemas digitales sean usables y sostenibles. Muchos sistemas a día de hoy, fuera de la blockchain, son íntegros. El internet, por ejemplo, es capaz de transmitir información con alta precisión y siguiendo una serie de normas que nos aseguran que los resultados obtenidos son los esperados. Las bases de datos que las empresas disponen para almacenar nuestra información personal son, en ciertas ocasiones, íntegras, pues son capaces de mantener la información segura e inalterada, tal y como el usuario la aportó.
Hasta aquí, no parece haber nada particular con respecto a la blockchain, sigamos leyendo.
“…en un sistema distribuido…”. Bien, aquí encontramos la primera clave. La blockchain es capaz de garantizar integridad, no en un entorno cualquiera, sino en uno distribuido. Distribuido quiere decir que no existe un elemento o autoridad central que imponga las normas ni proporcione la fuente de información. Significa que son todos los participantes (o muchos de estos) los que tienen la autoridad o son reponsables de la gestión del sistema y la información. Si hasta ahora no hemos tenido una divisa digital única, no ha existido la propiedad digital y hemos tenido que movernos por el internet entre “habitaciones aisladas”, no es porque no lo hayamos intentado. De hecho, en la historia han existido un considerable número de intentos de crear sistemas abiertos que compartan una fuente de información común, sin necesidad de que dicha fuente esté gestionada por una única entidad. Esta información podría ser, por ejemplo, la cantidad de dinero que tiene cada usuario en su balance.
La blockchain es la solución a este longevo problema, permitiendo que, aun existiendo una fuente de información compartida y abierta de manera universal, dicha información pueda ser gestionada por todos con la garantía de que no será alterada y permanecerá íntegra.
Esto sí es revolucionario.
“…cuya confianza entre participantes no es necesaria”. Si recuerdas nuestro ejemplo sobre Facebook, Amazon o el Banco Santander, ninguno de ellos puede confiar lo suficiente en el otro y tampoco en sus clientes para abrir sus puertas de par en par. Deben mantener extremas medidas de seguridad que garanticen el aislamiento del exterior. ¿Y si en un sistema no fuese necesario este aislamiento, pues la desconfianza entre participantes se da por descontada? La blockchain es una infraestructura preparada para funcionar en entornos distribuidos, abiertos y en los que no hay modo de garantizar que los participantes son de fiar.
Esto, a priori, puede no parecer un avance significativo. Sin embargo, cuando empezamos a caer en la cuenta de la infinidad de innovaciones que esto posibilita, nuestra perspectiva cambia por completo. No solo es posible el dinero digital y descentralizado, sino que cualquier elemento digital que imaginemos puede existir como único y, por tanto, corresponderle un valor propio, ya sea económico o de otro carácter. La blockchain introduce el concepto de propiedad digital como un nuevo paradigma de la experiencia de las personas con los sistemas digitales.
No hemos inventado la rueda
Otro aspecto crítico de esta tecnología que tiende a ser incomprendido o ignorado es que la blockchain proporciona una característica no funcional de un sistema digital. Esta afirmación no solo es relevante, sino probablemente una de las ideas más importantes detrás del desarrollo y uso de la blockchain, ya que afirma que esta tecnología no está agregando nueva funcionalidad a los sistemas existentes, sino más bien una nueva forma de entregar esta funcionalidad. Recuerda, hemos dicho que la blockchain es un protocolo, una forma de hacer las cosas. Esto no es sinónimo de que las cosas que pueden hacerse sean nuevas. La blockchain no extiende la respuesta a la pregunta "¿qué puede hacer un sistema?" sino "¿cómo puede hacerlo?". La pregunta que probablemente te estarás haciendo es por qué hemos dicho que posibilita una innovación incalculable. Vamos a ello.
La realidad es que la blockchain es una base de datos y las bases de datos han existido desde hace décadas. Es un registro que contiene información. Lo que diferencia a la blockchain de todo lo ya existente son las capas que existen sobre esta base de datos, que responden a: “¿cómo podemos gestionarla y quién tiene acceso?”. Con la invención de la blockchain no hemos inventado la rueda, hemos descubierto que la misma rueda que antes utilizábamos para mover un rudimentario carro tirado por caballos, ahora puede utilizarse para mover un sofisticado vehículo motorizado que funciona de forma mucho más eficiente y práctica. Pero la rueda sigue cumpliendo su misma función.
Quizás esto es difícil de digerir. En esencia, lo que significa esto es que cualquier aplicación que se construya en blockchain, ya podía construirse con infraestructura previa, sin embargo, carecía absolutamente de sentido hacerlo. Lo que la blockchain proporciona es la capacidad para implementar esta funcionalidad en un entorno abierto, distribuido y donde la confianza no puede garantizarse. Esta es la clave. Por eso, una aplicación de tokens como divisas digitales, viviendas tokenizadas o el arte digital como un activo valioso, no han existido hasta ahora. No porque no pudiesen hacerse, sino porque carecen de sentido si el contexto no es el de la frase que acabamos de subrayar.
No siempre es buena idea
La última gran confusión que existe en torno a la blockchain es que es siempre una mejor alternativa a la infraestructura digital que hemos utilizado tradicionalmente. El resultado es que queremos ponerle las mismas ruedas del carro de caballos y el vehículo motorizado a un barco. Y claro, resulta que el barco no solo pesa más, sino que se desplaza más despacio y una distancia menor con la misma energía. Así, logramos una importante caída en la eficiencia de un sistema.
Conocer por qué y para qué queremos sustituir una infraestructura con blockchain es la primera y la más importante de las preguntas y es siempre nuestra primera cuestión en Archivist cuando trabajamos en proyectos innovadores. Si no hay una causa justificada y fundamentada en las verdaderas ventajas de esta tecnología, su aplicación podría incluso reducir el rendimiento e interferir con el buen funcionamiento de un sistema.
Para simplificar esta última noción, piensa en la organización de una fiesta de cumpleaños para un compañero de trabajo. ¿Qué sería más eficiente e inmediato, tomar tú todas las decisiones relativas a la organización o someter cada decisión a voto con toda la oficina? Aquí existen dos escenarios claros:
· Si tú te responsabilizas de la organización, probablemente ahorres una enorme cantidad de tiempo en someter cuestiones pequeñas a votación. Sin embargo, también es altamente probable que muchas de tus decisiones no agraden a un buen número de personas.
· Por el contrario, si sometes a votación cada decisión, el proceso será mucho más largo, pero te asegurarás de que la mayoría está conforme y satisfecha con el resultado.
En los casos reales, no siempre una de las dos es la alternativa óptima. Quizás transferir dinero es algo sobre lo que la existencia de una prueba infalible y un consenso común pueda ser interesante, pero uno no querría nunca tener que someter a votación con el resto del mundo el descargarse una imagen de internet. A no ser, claro está, que esta imagen sea una obra digital de un artista reconocido.
Conclusión
La blockchain se encuentra en el punto de inflexión entre la incertidumbre y el desconocimiento, y la adopción en masa. Tanto si te consideras una persona tecnológica como si no, pronto encontrarás la palabra ‘blockchain’ en todas partes. Transferirás valor en blockchain, comprarás productos y servicios en blockchain o te identificarás mediante un token o documento virtual en blockchain. Si bien el camino inteligente de esta innovación es aquel en que los usuarios no necesitamos conocer el funcionamiento interno de estos sistemas para utilizarlos, conocer algunas de sus peculiaridades y concepciones erróneas puede darnos una gran ventaja, no solo en un debate familiar… sino también en el ámbito profesional.
Esperamos que te haya parecido interesante este post y hayas aprendido algo más acerca sobre lo que la blockchain es y lo que no es. ¡Si es así, déjanos un like y coméntanos qué temas te gustaría que tratásemos en el blog!
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